Todo parece indicar que el periodo de Jorge Yunda como alcalde de Quito está por llegar a su fin. De una u otra manera se verá forzado a dejar el poder. Están en marcha dos procesos de remoción, uno de los cuales ya está en trámite ante el Concejo Metropolitano. De hecho, este organismo se reunirá el día lunes para nombrar a uno de sus miembros para conformar la comisión de mesa que será quien procese estos pedidos.
La comisión de mesa está conformada por el alcalde, vicealcalde y dos concejales. Su principal función es la de resolver pedidos de remoción o sanción a los miembros del Concejo Metropolitano. Y cuando uno de sus miembros es objeto de un proceso de remoción, este debe ser reemplazado, esto precisamente es lo que sucederá el lunes.
La comisión de mesa debe analizar cada pedido por separado, verificar si cumple con los requisitos legales, especialmente si se ha justificado debidamente la causal por la cual se solicita la remoción y, de ser así, dar paso al proceso. Ello implica que el alcalde deberá presentar sus pruebas de descargo ante el Concejo y este podrá removerlo con 14 de 21 votos. El que este proceso se lleve a cabo dentro de lo que establece la ley y se pruebe fehacientemente la causal por la cual se aduce el alcalde debe ser removido, es fundamental ya que de lo contrario, el Tribunal Contencioso Electoral podrá restituir al alcalde a su cargo. Esto ya ha sucedido en varios otros cantones.
Ahora bien, la situación política del alcalde Yunda es gravísima. Las denuncias de corrupción que cada día se acumulan más, los escandalosos chats de su hijo y el abandono en que se encuentra la ciudad, suman para que el Concejo Metropolitano tome una decisión que ha estado evitando. Ya sea por miedo o por cálculos políticos, el Concejo no ha querido iniciar de mutuo propio un proceso de remoción y ha estado esperando a que la justicia o los ciudadanos actúen por ellos.
Este lunes es la audiencia de evaluación y preparatoria por presunto delito de peculado en el caso de las pruebas PCR adquiridas por el municipio. De encontrarse méritos para seguir el juicio, independientemente de si Yunda permanece con medidas sustitutivas, es decir, portando el grillete y no en la cárcel, la gravedad de la situación podría llevar al Concejo Metropolitano a reunir la voluntad política para removerlo.Ya sea por medio de la justicia o por alguno de los pedidos de remoción, que seguramente seguirán llegando uno tras otro, como las denuncias de corrupción, los días de Yunda en el poder parecerían están contados.
La grave crisis a la que este alcalde ha conducido a la ciudad no se resolverá con su salida. Su salida es necesaria, por supuesto. La soberbia con que ha manejado este bochornoso episodio muestra su desinterés por el bienestar de la ciudad. Su incompetencia para manejar la grave crisis sanitaria, económica y social que vivimos muestra dónde están sus prioridades, su manifiesto desconocimiento sobre la gestión urbana y su carencia absoluta de una visión de la ciudad. Sin embargo, el deterioro de la institucionalidad del municipio y la falta de liderazgo político es un síntoma de una enfermedad que la ciudad padece desde hace años. Yunda parecería ser la cereza en el pastel, o tal vez la gota que finalmente derrame el vaso.
Esta enfermedad no se curará con la salida de Yunda, pero esta grave situación nunca antes vivida debe ser un gran llamado de atención para todos. A la nueva Asamblea Nacional para que finalmente reforme ese perverso sistema de partidos de alquiler que auspicia a personas que solo siguen cavando el hoyo de la miseria política que tanto daño nos ha hecho. Pero sobretodo y más importante, un llamado a nosotros, quiteñas y quiteños, para espabilarnos de este letargo y aunar esfuerzos para construir juntos una ciudad que nos cobije a todos.