Por: Héctor Calderón
La democracia se sustenta en el respeto a la voluntad popular. En lo personal, no creo que Daniel Noboa esté capacitado para gobernar, pero la mayoría de los ecuatorianos sí lo cree, y eso hay que respetar.
Resulta inverosímil que se empiece a juzgar a la gente por la decisión que tomó frente a la papeleta. El voto es libre y voluntario y, si un ciudadano prefirió a una de las dos opciones es porque esa persona le ofreció algo que en ese momento necesitaba, o porque su discurso y propuestas le convencieron; o, también, porque la otra opción no le ofrecía nada diferente. Si en esta ocasión, la gente decidió votar por Daniel Noboa es porque no encontró en Luisa González o en lo que ella proponía una alternativa para el momento que vive el país.
Evidentemente no podemos dejar fuera del análisis que esa fue una elección con cancha inclinada. El presidente Noboa incumplió la ley al no pedir licencia durante la campaña, al utilizar recursos públicos y todo el aparataje especial para promover su imagen y la del gobierno. Durante esta elección prevaleció la impunidad y la complicidad de las autoridades locales. Pero, por el otro lado, tampoco podemos dejar de precisar los errores que se cometieron en la Revolución Ciudadana.
Los resultados de las elecciones deben significar un remezón en la izquierda, en el progresismo del país. La unidad que logró Luisa González no cumplió con el objetivo, por el contrario, provocó que la RC pierda votos en la Sierra. El problema no es la unidad, el problema es que los líderes y movimientos no han entendido la dinámica actual, no han renovado sus cuadros y se han dormido en el pasado. Ya en el transcurso de la campaña, el propio movimiento fue el que levantó las “red flags” de Luisa González. Desde los mismos coidearios de la candidata se posicionaron temas que afectaron la campaña y provocaron que la estrategia del miedo triunfe. No miedo a la delincuencia y el crimen organizado, sino miedo a la desdolarización, a Maduro, a los gestores de paz.
Es increíble que la mayoría de los ecuatorianos haya preferido mantener a un gobierno, que ha demostrado incapacidad e indolencia, que permitir el regreso de la izquierda. Algo se está haciendo mal y ojalá los movimientos y sus líderes lo entiendan; de lo contrario, la derecha seguirá gobernando con las implicaciones que esto trae para el rol del Estado, la equidad y la justicia social.
Ya no hay excusas. Ahora a Daniel Noboa le toca gobernar y cumplir lo propuesto. Que sea lo mejor para el país, que el presidente pueda enmendar los errores y omisiones de este año y medio, y su gobierno tenga como base el bien común, la inclusión y la equidad.
La opinión de Héctor Calderón