Por: Economista Marco Flores T.
El mayor efecto de un incremento del impuesto al valor agregado (IVA) se produce sobre el consumo de los hogares, disminuyéndolo en proporción variable. Se contrae el consumo porque se reduce la capacidad de compra de las personas, especialmente de las más pobres, desempleadas, subempleadas, jubiladas y todas aquellas que perciben ingresos bajos y fijos que sin trasladar el impacto de los costos adicionales deben asumirlos, es decir, la inmensa mayoría de ecuatorianos.
Como se reduce el consumo caen las ventas de las empresas, disminuye su producción de bienes y servicios, añadiendo presiones recesivas sobre la economía que impulsan al alza el desempleo y subempleo.
Aumentar el IVA no implica incrementar la recaudación tributaria y peor aún en el corto plazo. Los efectos recaudatorios son esperables sólo a mediano plazo.
Si las importaciones deben pagar un IVA más elevado se encarecen, incrementando los costos de producción y deteriorando aún más la competitividad productiva. En Ecuador al menos el 60% del total de importaciones incluidas las de combustibles, corresponde a materias primas y bienes de capital, por tanto, los efectos negativos sobre la producción son fuertemente negativos.
Afectados en su capacidad de compra por un IVA más elevado los trabajadores formales, privados y públicos, exigirán mejoras salariales que si son atendidas desarrollarán un círculo de presiones negativas entre alzas salariales, déficit fiscal, más impuestos y más deuda pública. Si sus reclamos no son atendidos con seguridad producirán intranquilidad social y económica. El IVA afecta directa e indiscriminadamente a toda la población sin importar sus ingresos. Es el más regresivo de todos los impuestos porque hace que paguen más los que menos tienen. Como los pobres no tienen capacidad de ahorro dedican al consumo todo su salario y claramente son los más afectados. La distribución del ingreso empeora y el concepto de equidad en un país con los niveles de desempleo, subempleo y pobreza que registra Ecuador, simplemente desaparece.
Los equilibrios fiscales no son un fin en sí mismos sino medios necesarios para que la economía crezca sana y estable, permitiendo que las familias progresen. No es posible seguir asfixiando la economía de la mayoría de los ecuatorianos, bajo una receta estándar diseñada para asegurar el pago de la deuda externa antes que, para rescatar de la penuria económica a cientos de miles de familias, receta que además es una falsa disyuntiva a la conducción responsable y eficiente de una economía que no puede ni debe diferir su crecimiento económico productivo de manera que permita progresar.
Desde antes de la pandemia la economía ecuatoriana se contrae y el salario promedio por habitante en términos reales se ha reducido al nivel del año 2012, hace 8 años. Mejorar la actividad económica impulsa el crecimiento. Solo el crecimiento económico genera empleo, mejora los ingresos y la recaudación tributaria. Crear empleo estable y de buena calidad es sin duda el mejor camino para recaudar más. Si se amplia la base de contribuyentes porque tienen empleo, mejorará la recaudación tributaria.
En la coyuntura la reactivación económica debe sustentarse en crecimiento productivo con base en la reactivación de la demanda interna y de la externa que definen las exportaciones, complementada con apoyos efectivos al sector agrícola y al turismo, entre los principales. El consumo en Ecuador explica casi el 80% del producto interno bruto (PIB). Alrededor del 65% es consumo familiar que es el más afectado por desempleo, subempleo y pandemia. El 15% restante es consumo público. El IVA es un impuesto directo al consumo y en Ecuador se propone subirlo justamente cuando atraviesa su peor crisis económica y sanitaria.
La reciente receta del FMI acordada con Moreno para tener acceso a $6.500 millones de crédito es la de siempre, contractiva y empobrecedora. Los pobres serán más pobres y un importante porcentaje de clase media pasará a ser pobre. El nuevo acuerdo con el FMI es nuevamente INVIABLE, económica y socialmente. Tan inviable que pretende aumentar en 5400 millones de dólares (5.4% del PIB) los ingresos fiscales, mientras asfixia crecimiento y empleo, con mayores tarifas e impuestos (2.5% del PIB) y con mayor reducción de la inversión social (2.9% del PIB), profundizando el desempleo y la pobreza.
La insuficiente recaudación tributaria en Ecuador no es causada por baja presión o carga fiscal, como afirma el FMI y sin ningún cuestionamiento acepta el gobierno, claramente ha sido producida antes por reducción y ahora por contracción en la actividad económica. Deberían más bien preocuparse por los sustantivos recursos fiscales dedicados al servicio de la excesiva deuda pública y sobre todo proponer programas económicos para integrar al otro 50% de la población ecuatoriana que casi sin ninguna capacidad de compra ni demanda vive marginada de beneficios y excluida del progreso, simplemente sobreviviendo.