Por: PhD © María Eugenia Molina
La gestión gubernamental se pone a prueba de modo constante en el ejercicio de los períodos en los que las autoridades están a cargo de los destinos de una nación, provincia o ciudad. Sin embargo, son los momentos de incertidumbre los que ponen en juego la calidad de su trabajo y de su actuación en general, no solo en el discurso, sino en el accionar diario, con base en políticas claras que aporten seguridad a los ciudadanos.
Una de las mejores maneras de lograr congruencia entre esta dupla ser-parecer es la transparencia, tanto en los mensajes como en el manejo del encargo que les ha otorgado el pueblo para regir sus destinos. Cuando no hay coherencia entre decir y hacer, se transgreden los conceptos fundamentales del capital de confianza en el que debe afianzarse quien gobierna y los que lo acompañan en ese camino.
Se dice que se comunica como se gobierna. Por tanto, si partimos de esta premisa, es imperativo que los mandatarios y sus equipos de trabajo realicen con solvencia estas dos acciones. Que cuando informen, por ejemplo, lo hagan de modo claro y que, cuando por distintas circunstancias existan equivocaciones, o no se haya podido cumplir los ofrecimientos, se asuma el error y no se busquen justificativos que rayan en lo inverosímil y que contribuyen al desgaste de la imagen de quienes lo hacen.
Caso concreto del día marcado para la llegada de las primeras vacunas para el Covid-19, el presidente de la República, Lenin Moreno dio una fecha y cuando no se concretó el anuncio para ese día, su secretaria de Comunicación, Caridad Vela en rueda de prensa conjunta con el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos salieron a pronunciarse en el sentido de que se había indicado que la llegada estaba anunciada para la semana del 18, no para el día 18 de manera específica y que fue la prensa, la que tuvo el “mal entendido” de la fecha de arribo de la vacuna.
Otro tema que se ha prestado para la polémica en el mismo tema, es acerca de que el ministro de Salud fue vacunado contra el coronavirus, tomando en cuenta que las escasas dosis que llegaron, se dijo por parte de la misma autoridad, que estaban destinadas al personal de salud que se encuentra en primera línea de atención en los hospitales, los adultos mayores y su personal de atención; pero, mientras se vacunaba, el ministro comentó que lo hace “en homenaje a todo el personal de salud que sufrió de la enfermedad; en ese sentido, existe una contradicción entre lo que se dice y lo que se hace, los temas de ser y parecer se ponen en contradicción, en tensión, y eso, sin lugar a dudas, no aporta a la fluidez ni posicionamiento positivo del mensaje que dan las autoridades.
Además, empiezan a viralizarse denuncias acerca de personas que se vacunaron sin autorización, estas situaciones polémicas en circunstancias como las actuales, se magnifican y llegan a escalar a niveles de conflicto o incluso de un “escándalo político que es una reacción de indignación de la opinión pública contra un agente político…” (Jiménez, 1994).
En condiciones de emergencia como la que afrontamos, es clave construir percepciones positivas, empáticas y verídicas, para ello es indispensable generar una relación de confianza que únicamente se puede lograr transmitiendo seguridad y transparencia, con base en una comunicación y una estrategia discursiva veraz y asertiva.