Por: Tatiana Sonnenholzner, especialista en comunicación digital
¡Hola! Justo ahora está leyendo estas palabras. Por voluntad propia decidió abrir el enlace y leer, podrá reclamar y decir que no lo hizo bajo su poder, sino que fue el algoritmo, la hora, el aburrimiento… qué sé yo a qué agente externo culpabiliza de lo que usted, voluntariamente, ha hecho. Sin embargo, sabiendo esto, continúa aquí conmigo. Me gustaría pensar que es porque le gusta leerme, pero hay una alta probabilidad de que sea porque está sentado en el inodoro y ya se conoce todos los ingredientes del shampoo o porque “X” es demasiado tóxico para antes del café, tal vez está esperando el bus o procrastinando alguna tarea relevante del trabajo.
Hey, ¿Todavía sigue aquí?
Si es así, gracias. No tengo la capacidad de saber las razones por las que continúa leyendo, solo usted sabrá los motivos de haber tomado esta elección en lugar de otra. Así como este, todos los caminos que elegimos responden a nuestros deseos, algunos son muy evidentes y otros ni siquiera teníamos la conciencia de haberlos deseado, pero estaban ahí esperando para ser satisfechos. Al final ese es el libre albedrío: escoger voluntariamente e ir tras ellos.
Dios nos dio ese poder, dice la biblia. Aunque tal vez es eso lo que queremos creer y no lo que es.
En este caso citaré a la ciencia. Robert Sapolsky cree que no hay tal cosa como el “free will”. Él está convencido de que no somos ni más ni menos que la suma de aquello que no pudimos controlar. Es por eso que usted continúa aquí, tal vez no es su propio deseo sino la influencia del ecosistema, una cadena de causas biológicas y ambientales, un cúmulo de factores y experiencias que lo encaminaron hacia su destino; y no quiero decir que yo lo sea, pero llegó a estas letras por todo menos por libre albedrío.
Así como yo, que las escribo pensando que hago uso de mi libre voluntad, pero solo es la consecuencia de algo que ya sucedió anteriormente y que me construyó de cierta forma para que hoy sea empujada a desarrollar este texto y por eso, de alguna manera, usted y yo estamos conectados. Eso puede ser muy romántico o perturbador, más si ese hilo de conexión tal vez es el hartazgo a los políticos y la obligación de tener que elegirlos en más de un mes, otra vez. Pero ya que estamos juntos en esto y que usted leyó y yo escribí le propongo, ahora que tenemos este conocimiento, que nos relajemos.
Si aceptamos lo que dice Sapolsky sobre que no existe el libre albedrío y que no somos lo que deseamos, sino lo que no podemos controlar, entonces la culpa y el castigo no tienen ningún sentido. En ese aspecto lo que también deberíamos aceptar es que somos educados para tolerar que algunas personas sean tratadas mejor o peor según sus privilegios, aunque su posición en la vida no tenga nada que ver con sus sacrificios y/o ganas.
Con todo esto y mencionando la libertad, el privilegio y a los políticos recuerde que nadie tiene derecho a que sus necesidades sean consideradas más importantes que las de los otros, que decir que el pobre es pobre porque no trabaja, pensar que los niños que cometen crímenes nacieron criminales y que amar u odiar a un ser humano con poder buscando su voto cada cierto tiempo no solo que es ridículo, sino que no tiene ningún sentido.
…Como este texto… Así que mejor concéntrese en lo que si esta bajo su control y eso es aceptarse y ser coherente con ello.
La opinión de Tatiana Sonnenholzner