El poder de la palabra se traduce en una frase simple, pero con enorme contenido: “eres esclavo de lo que dices y dueño de lo que callas”.
El 29 de octubre de 2020, en el marco de un encuentro con la “Americas Society and Council of the Americas”, el presidente Lenín Moreno aseguró: “habíamos heredado una catástrofe, yo no heredé un gobierno, heredé una emboscada… es la típica emboscada que suelen tender los socialistas del siglo XXI para quienes les suceden en el poder, una emboscada para hacer que fracasen”.
Esta declaración del mandatario, en teoría, no debería sorprender, tomando en cuenta el giro total de la política de su gobierno pocos meses después de asumir el poder. A nivel interno, el ejemplo más claro fue la distancia que tomó de Alianza PAIS, el movimiento del que, paradójicamente, aún es su presidente, pero que ya no tiene un solo militante en el entorno del mandatario ni el gabinete ministerial (la última fue Alexandra Ocles). Y a nivel de relaciones internacionales, cito la ruptura de la relación diplomática con Nicolás Maduro, y reconocer como Presidente de Venezuela a Juan Guaidó (pese a que el asambleísta opositor no gobierna); la tardanza para felicitar la victoria de Alberto Fernández en Argentina; o la denuncia del Tratado Constitutivo de UNASUR.
Lo realmente inexplicable, es que Moreno fue Vicepresidente de la República durante los primeros 6 años de esa corriente de la que hoy reniega, y a la que defendió. Hay una entrevista publicada por diario El País el 17 de septiembre de 2007, donde afirmó que “el camino de Ecuador es el socialismo del siglo XXI”. Y fue candidato presidencial y ganó las elecciones abrazando esa misma bandera ideológica.
Siendo Moreno vicepresidente, ¿se sintió cómodo en un gobierno al que hoy fustiga? ¿Nunca conoció las políticas económicas? ¿Discrepó con ellas a la interna del gabinete? ¿Por qué aceptó la delegación a Ginebra, por Naciones Unidas, pero financiada por el gobierno de Ecuador? ¿Por qué aceptó la candidatura presidencial por Alianza PAIS? ¿Estuvo de acuerdo con el plan de gobierno con el que ganó las elecciones? ¿Acaso no conoció las cifras económicas y el estado en el Correa le dejaba el país? ¿Allí no se dio cuenta que “la mesa nunca estuvo servida”?
Lenín Moreno habla de “emboscada” cuando ha gobernado el país 3 años y 5 meses; cuando le quedan solo 7 meses de mandato; cuando sus niveles de calificación de gestión y credibilidad son de los más bajos de la historia; cuando no tiene músculo político en la Asamblea Nacional; cuando no tiene movimiento que lo abrace.
Como suele ocurrir con nuestros políticos, cero autocrítica ni reflexión. En ninguna de sus declaraciones, el presidente ha admitido que su discurso ha estado muy lejos de la praxis. Y es momento que comience a asumir responsabilidades propias, con algo de sindéresis.