El 12 de octubre de 2019, en medio de las protestas que enfrentó el país, Jhajaira Urresta perdió uno de sus ojos, tras el impacto de una bomba lacrimógena. Ocurrió en el barrio La Tola, en el centro de Quito, donde reside, cuando los moradores del sector se organizaron para protagonizar un “cacerolazo”.
Un año después, Jhajaira Urresta asegura que la justicia no ha avanzado en la investigación sobre la agresión que sufrió, pese a que la Fiscalía ha solicitado información, que no ha sido entregada por varias instituciones. En diálogo con el noticiero A Primera Hora, de Majestad radio, denunció que a lo largo de estos meses ha sido objeto de constante intimidación.
Aseguró que el cacerolazo de La Tola fue pacífico, pero que la fuerza pública no hizo uso progresivo de la fuerza y comenzó a disparar al cuerpo de los manifestantes. “¿Qué hice para merecer tal atrocidad? ¿En qué país seguimos viviendo? Hay persecución, intimidación, he sido atacada en Twitter, mandaron policías uniformados a mi casa, han enviados drones, mi padre fue agredido”, denunció.
Reveló que nunca más tuvo un acercamiento con la Ministra de Gobierno ni otras autoridades del gobierno. Y que no encuentra justicia en el país, acudirá a instancias internacionales. “Más de 20 años llevó el caso Restrepo… sé que algún día va a brillar la justicia”, sentenció.
Violación a sus derechos humanos
Mientras se desarrollaban las protestas de octubre de 2019, Jhajaira Urresta participó en un cacerolazo. En medio de la concentración, un miembro de la Policía Nacional golpeó su rostro con una bomba lacrimógena. Ante este acto violento, Urresta perdió uno de sus ojos.
Tras la denuncia, la quiteña sufrió también de persecución y en varias ocasiones denunció que miembros de la policía la acosaban y la mantenían vigilada. Pero no solo a ella, también ocurrió lo mismo a su círculo íntimo familiar.